Ese miércoles 17 de junio de 1942 cayó la segunda nevada del siglo XX en la plaza Independencia. No la cubrió y apenas se depositó suavemente en las veredas de “piedra hamburguesa” del paseo y en los techos de los autos, como se aprecia en la fotografía. La anterior nevada, en cambio, la del 12 de julio de 1920, había sido espectacular y había dejado profunda marca en el recuerdo de los tucumanos.

En esta segunda ocasión caló hondo el frío. La crónica señala la ciudad desolada. “Los gráficos que ofrecemos muestran... las calles... con huellas de nieve y abandonadas por los transeúntes que fueron a refugiarse en sus hogares. En la parte inferior se ve a dos transeúntes enfundados hasta los ojos y a un niño del suburbio, agazapado para mejor cubrirse con su poncho, mientras espera el ómnibus en la esquina del parque Avellaneda”. Añade que a la derecha se ve a una familia de la Ciudadela “procurando contrarrestar el frío con el fuego de un brasero improvisado”. En el centro se ve a “dos pequeños (que) arrastran un carrito de mano cargado con la leña que han recogido en los baldíos de Floresta”. Abajo, “tres niñas afrontan con valentía el cortante frío, del que tratan de defenderse metiendo las manos ateridas bajo los delantales”. Y en el centro, arriba, “un pibe de Villa Luján, aunque tirita de frío, muestra su sonrisa optimista, al sentirse abrigado con la toalla con que su madre resguardó su cabecita y parte del cuerpo, a fin de que fuera a comprar en el almacén vecino las provisiones del día”.

Recuerdos fotográficos: el corazón de Tucumán, desde el aire, en el cambio de siglo

Al costado de la página se le da un tono poético al fenómeno, que pareció marcado más por el frío: “Caen los copos de nieve, llegan a nuestras manos y a nuestro rostro y, no obstante la sensación que nos provoca, su tacto parece una caricia. Caricia helada, pero caricia al fin”.